lunes, 16 de noviembre de 2015

7 Microexpresiones Básicas

7 microexpresiones que te delatan
Fijarse en las expresiones faciales para saber si te mienten puede evitarte más de un engaño. También puede serte útil para saber si debes confiar en alguien que acabas de conocer o no. Los métodos de detección de mentiras se usan en los tribunales o también en los interrogatorios de la policía e incluso los jueces usar la detección de mentiras para determinar a qué lado favorecer. Para ser capaz de detectar una mentira, necesitas aprender a leer las expresiones faciales y corporales más sutiles que la mayoría de personas no nota. Es posible que requiera un poco de práctica, ¡pero tener esta habilidad es fabuloso!.
Hasta el momento se han catalogado más de 10.000 expresiones faciales diferentes, siendo identificadas únicamente 7 microexpresiones básicas. Gestos universales y sutiles que nos permiten leer emociones en el semblante de la persona que estemos mirando, y constituyen la base del resto de expresiones faciales.
Las 7 microexpresiones básicas están constituidas por:
La ira. Esta microexpresión se concentra principalmente en la parte superior de la cara, donde bajamos y juntamos las cejas con el entrecejo fruncido. La boca solemos apretarla y tensarla, separando ligeramente los labios y apretando los dientes.
Un gesto propio de la ira consiste en apuntar con la barbilla hacia delante en forma desafiante.
El MiedoÉsta microexpresión se caracteriza por unas cejas tensas y unos ojos muy abiertos para poder visualizar todo lo que podamos de nuestro campo visual ya que estamos percibiendo peligro en algún lugar.
En la parte inferior de la cara la mandíbula está floja, constituyendo una conducta también instintiva para permitirnos gritar y tomar oxígeno.
La alegría. se muestra con unos ojos achinados y con arrugas en los extremos exteriores y párpados inferiores. Un truco: cuando una persona finge alegría esas arruguitas no se forman. Mostraremos también la sonrisa característica, la cual cuanto más alegres nos sintamos más abriremos hasta mostrar los dientes.
El desprecio. En esta expresión la parte superior de la cara puede adoptar diferentes gestos, encontrando la clave para identificarlo en la parte inferior de la cara ya que manifestamos una expresión muy particular la cual consiste en elevar una esquina de la boca y la otra formando una medio sonrisa.
Tras una investigación sobre esta microexpresión llevada a cabo por John Gottman, se comprobó que gracias a ella se puede saber si un matrimonio acabará en ruptura si vemos que entre las dos personas es habitual el gesto de desprecio.
La sorpresa. Se caracteriza por unas cejas levantadas y arqueadas con unos ojos muy abiertos. En la parte inferior de la cara la mandíbula esta suelta y la boca abierta.
La tristeza. Esta es una de las microexpresiones más complicadas de fingir. Se caracteriza por unas cejas bajas que se juntan sutilmente en el centro. La boca solemos arquearla hacia abajo.

El Asco.  Esta microexpresión es una de las más fáciles de identificar ya que toda la expresión se concentra entre la boca y la nariz. La nariz se arruga y el labio superior se eleva, dejando muchas veces los dientes superiores a la vista. También la mostramos en relaciones personalescuando sentimos desaprobación o alguien nos disgusta.

lunes, 12 de octubre de 2015

La Pedofilia o Pederastia


Resultado de imagen para pedofiliaLos sucesos relacionados con el abuso sexual de menores, ocurridos en diversos países de nuestro entorno, han traído a la palestra los términos "pedofilia", "paidofilia" y "pederastia". Lo inicuo de estos hechos no debería ser óbice para plantear también una discusión meramente lingüística sobre unos términos que se han venido utilizando no sólo en la prensa sino también en textos institucionales y que, por otro lado, figuran en enciclopedias, diccionarios, glosarios y libros de referencia. Lo que no está claro es que los campos semánticos de "pederastia" y "pedofilia" (incluyendo la variante de ésta: "paidofilia") sean idénticos y que se puedan utilizar como sinónimos. Es muy probable que el compuesto acabado en "-filia" tenga una semántica más amplia que el otro.

Según una opinión muy extendida, "pedofilia" es un término cacofónico en español, y así lo expone en su Vademécum la Agencia EFE y lo planteaba, si no recuerdo mal, Luis Antonio de Villena en un largo artículo aparecido este verano en El Mundo del Siglo XXI. En cualquier caso, lo que no parece de recibo para rechazar el uso de ese término es recurrir a una etimología popular simplista que se presta al chiste fácil, con la que se falsea el origen de un compuesto formado legítimamente a partir de dos raíces cultas griegas, independientemente de que nos lo haya prestado el francés o no.

Como ocurre muy a menudo en nuestra lengua, raíces de orígenes etimológicos muy distintos acaban convirtiéndose en homónimas, por ejemplo: no tienen el mismo origen los respectivos "hipo-" de hipotenusa y de hipopótamo. Por el contrario, también ocurre que elementos que hoy día no parecen tener el mismo origen, en realidad sí lo tienen, como ocurre con "apo-" en apócope y "bo-" en botica o bodega.

La raíz griega paid-, que es ped- ante vocal (pediatra, pedagogo), se convierte en pedo- ante consonante, con una vocal de enlace -o- como ocurre con numerosas raíces griegas en casos similares, por ejemplo: otorrinolaringólogo, toracoplastia, flebotomía, etc.

Ahora bien, queda el recurso de evitar "pedofilia" y hablar de "paidofilia", manteniendo en español el diptongo original griego. En ese sentido se manifestaban ya hace años tanto José M. Pabón en su Diccionario manual griego-español (véase  paidonómos, que él transcribe como "paidónomo") y Manuel Fernández-Galiano en su célebre La transcripción castellana de los nombres propios griegos, quien propugna "necesarias 'excepciones'" en la transcripción del diptongo -ai- (que habitualmente pasa al latín como -æ- y se convierte en español en -e-, como ocurre por ejemplo en los siguientes casos: etiología, paleontólogo, cenozoico, demonio, etc.). Una de esas "excepciones", según Fernández-Galiano, ha de ser la palabra "paidología" por razones de eufonía. De modo que si se considera que "pedofilia" y "pederastia" no son exactamente lo mismo y se quiere marcar la diferencia, pero no utilizar un término supuestamente cacofónico, se podría emplear "paidofilia". Resumiendo: no tiene sentido recurrir a la etimología popular en casos como éste, sobre todo cuando se trata de palabras compuestas cultas.

Esta última distinción, que como hemos visto no suele hacerse en nuestra lengua, no está recogida en los diccionarios generales. Sin embargo, los lexicógrafos son partidarios de establecer una diferencia entre pedofilia y pederastia, en la misma línea que Ortiz. El diccionario de la Real Academia Española ha introducido en su última edición (2001) el término pedofilia, además de seguir registrando la palabra pederastia, para las que recoge las siguientes definiciones:

a) Pedofilia. paidofilia.

Paidofilia. f. Atracción erótica o sexual que una persona adulta siente hacia niños o adolescentes.

b) Pederastia. f. Abuso sexual cometido con niños.

La RAE recoge las dos variantes morfológicas, pedofilia y paidofilia. La raíz ped(o)-/paid(o)- ‘niño’ procede del griego paidós ‘niño’. Desde el punto de vista etimológico, es más correcta la primera, pues el diptongo griego ai se transcribe ae en latín y e en español. Sin embargo, quizás por razones de eufonía, la RAE prefiere la forma paido-, conservando el diptongo original griego.

 La forma paedofilia, que en ocasiones también se emplea, contiene la conservación del diptongo latino, y su uso puede estar influido por el inglés paedophilia. Alba Sánchez, defensora del lector del diario venelozano El Nacional, dedicaba un artículo al tema -a raíz de los recientes casos de abusos sexuales infantiles cometidos por sacerdotes norteamericanos-, que había generado cierto debate lingüístico a través de cartas de lectores. Sobre la variación pedofilia-paidofilia-paedofilia, la autora consideraba que la inclusión de paidofilia en el DRAE es un «ejemplo más de la mojigatería que, en ocasiones, afecta a ciertos académicos; aunque en honor a la verdad se deja al usuario la libertad de escoger el término que más le agrade y será el tiempo y el conjunto de los hispanohablantes quienes sancionen el término más adecuado». No obstante, Alba Sánchez acababa su columna diciendo que, en realidad, la palabra que describe la acción de los sacerdotes acusados de abusos sexuales de menores es pederastia.

Desde el punto de vista semántico, la distinción es clara: una cosa es sentir atracción erótica por los niños, y otra, abusar sexualmente de ellos. Similares diferencias de significado encontramos en el Diccionario de uso del español de María Moliner, donde se define el término pedofilia -también incorporado recientemente, en la edición de 1999- como una «perversión» del adulto que se «siente atraído por niños», mientras que la pederastia se toma como una «práctica». Seco, Andrés y Ramos, en su Diccionario del español actual, definen la pedofilia10 como una «atracción», y reservan pederastia para la «relación homosexual de un hombre con niños», lo que introduce el matiz semántico de la homosexualidad, aunque dentro del campo de las prácticas sexuales, tal como hacen el diccionario académico y el diccionario de María Moliner.


Resultado de imagen para pedofiliaAsí pues, la distinción entre la tendencia sexual (pedofilia) y la práctica abusiva -y además delictiva- (pederastia), aunque infrautilizada en la lengua, está perfectamente registrada en los diccionarios. Los medios de comunicación tienen su parte de responsabilidad en perpetuar esta confusión entre dos conceptos pertenecientes a dos esferas distintas: por una parte, la esfera de la psicología -y de la medicina, si se acepta que la pedofilia es un transtorno sexual- y, por otra, el ámbito del derecho y la moral.

 Hay que ser conscientes de que esta confusión parece estar muy arraigada en nuestra cultura, y de que no es fácil separar claramente las categorías conceptuales de la ciencia y las categorías de la moral, a pesar del aparente cientifismo de la sociedad actual. Sin embargo, sería de agradecer que los medios de comunicación contribuyeran a difundir una distinción léxica que ayude a nuestras mentes a separar dos realidades diferentes. Y asi a l mismo  tiempo proteger a  nuestros niños, niñas y adolescentes

miércoles, 7 de octubre de 2015

LA MENTIRA Y LAS EMOCIONES



Ponerse una máscara es la mejor manera de ocultar una e emoción, Si uno se cubre el rostro o parte de él con la mano o lo aparta de la persona que habla dándose media vuelta,  habitualmente eso dejará traslucir que está mintiendo.


La mejor máscara es una emoción falsa, que desconcierta y actúa como camuflaje. Es terriblemente arduo mantenerse frío o dejar las manos quietas cuando se siente una emoción intensa: no hay ninguna apariencia más difícil de lograr que la frialdad, neutralidad o falta de emotividad cuando por dentro ocurre lo contrario, mucho más fácil es adoptar una pose, detener o contrarrestar con un conjunto de acciones contrarias a aquellas que expresan los verdaderos sentimientos.

El juego de póker es otra de las situaciones en las que uno puede recurrir al enmascaramiento para ocultar una emoción. Si un jugador se entusiasma con la perspectiva de llevarse todo el dinero porque ha recibido unas cartas soberbias, deberá disimular su entusiasmo si no quiere que los demás se retiren del juego en esa vuelta. Ponerse una máscara con señales de otra clase de sentimiento sería peligroso: si pretende parecer decepcionado o irritado por las cartas que le vinieron, los demás pensarán que no tiene un buen juego y que se irá al mazo, en vez de continuar la partida. Por lo tanto, tendrá que lucir su rostro más neutral, el propio de un jugador de póker. En caso de que le hayan venido cartas malas y quiera disimular su desengaño o fastidio con un “bluff”, o sea, una fuerte apuesta engañosa tendente a asustar a los otros, podría usar una máscara: fraguando entusiasmo o alegría quizá logre esconder su desilusión y dar la impresión de que tiene buenas cartas, pero es probable que los demás jugadores caigan en la trampa y lo consideren un novato: se supone que un jugador experto ha dominado el arte de no revelar ninguna emoción sobre lo que tiene en la mano. 

Dicho sea de paso, las falsedades que sobrevienen en una partida de póker –los ocultamientos o los bluffs— no se ajustan a mi definición de lo que es una mentira: nadie espera que un jugador de póker vaya a revelar las cartas que ha recibido y el juego en sí constituye una notificación previa de que los jugadores tratarán de despistarse unos a otros.

En su estilo sobre los jugadores de póker, David Hayano describe otra de las estratagemas utilizadas por los jugadores profesionales: “charlan animádamente a lo largo de toda la partida para poner nerviosos y ansiosos a sus contrincantes. (...) Dicen verdades como si fueran mentiras, y mentiras como si fueran verdades. Junto con esta verborrea, usan gestos y ademanes vivaces y exagerados. De uno de estos jugadores se decía que ‘se movía más que una bailarina de cabaret en la danza del vientre’ “. (“Poker Lies and Tells”, Human Behavior, marzo 1979.)

Para ocultar una emoción cualquiera, puede inventarse cualquier otra emoción falsa. La más habitualmente utilizada la sonrisa. Actúa como lo contrario de todas las emociones creativas: temor, ira, desazón, disgusto, etc. Suele elegírsela porque para concretar muchos engaños el mensaje que se necesita es alguna variante de que uno está contento. El empleado desilusionado porque su jefe ha promocionado a otro en lugar de él le sonreirá al jefe, no sea que éste piense que se siente herido o enojado. La amiga cruel adoptará la pose de bienintencionada descargando sus acerbas críticas con una sonrisa de sincera preocupación.

Otra razón por la cual se recurre tan a menudo a la sonrisa como máscara es que ella forma parte de los saludos convencionales y suelen requerirla la mayoría de los intercambios sociales corteses. Aunque una persona se sienta muy mal, por lo común no debe demostrarlo para nada ni admitirlo en un intercambio de saludos; más bien se supone que disimulará su malestar y lucirá la más amable sonrisa al contestar: “Estoy muy bien, gracias, ¿y usted?”. Sus auténticos sentimientos probablemente pasarán inadvertidos, no porque la sonrisa sea una máscara tan excelente, sino porque en esa clase de intercambios corteses a la gente rara vez le importa lo que siente el otro. Todo lo que pretende es que finja ser amable y sentirse a gusto. Es rarísimo que alguien se ponga a escrutar minuciosamente lo que hay detrás de esas sonrisas: en el contexto de los saludos amables, todo el mundo está habituado a pasar por alto las mentiras. Podría aducirse que no corresponde llamar mentiras a estos actos, ya que entre las normas implícitas de tales intercambios sociales está la notificación previa de que nadie transmitirá sus verdaderos sentimientos.

Otro de los motivos por los cuales la sonrisa goza de tanta popularidad como máscara es que constituye la expresión facial de las emociones que con mayor facilidad puede producirse a voluntad. Mucho antes de cumplir un año, el niño ya sabe sonreír en forma deliberada; es una de sus más tempranas manifestaciones tendentes a complacer a los demás. A lo largo de toda la vida social, las sonrisas presentan falsamente sentimientos que no se sienten pero que es útil o necesario mostrar. Pueden cometerse errores en la forma de evidenciar estas sonrisas falsas, prodigándolas demasiado o demasiado poco. También puede haber notorios errores de oportunidad, dejándolas caer mucho antes de la palabra o frase a la que deben acompañar, o mucho después. Pero en sí mismos los movimientos que llevan a producir una sonrisa son sencillos, lo que no sucede con la expresión de todas las demás emociones.

A la mayoría de la gente, las emociones que más les cuesta fraguar son las negativas. Mi investigación revela que la mayor parte de los sujetos no son capaces de mover de forma voluntaria los músculos específicos necesarios para simular con realismo una falsa congoja o un falso temor. El enojo y la repulsión no vivenciados pueden desplegarse con algo más de facilidad, aunque se cometen frecuentes equivocaciones. Si la mentira exige falsear una emoción negativa en lugar de una sonrisa, el mentiroso puede verse en aprietos. Hay excepciones: Hitler era, evidentemente, un actor superlativo, dotado de una gran capacidad para inventar convincentemente emociones falsas. En una entrevista con el embajador inglés se mostró terriblemente enfurecido, gritó que así no se podía seguir hablando y se fue dando un portazo; un oficial alemán presente en ese momento contó más adelante la escena de este modo: “Apenas había cerrado estrepitosamente la puerta que lo separaba del embajador, lanzó una carcajada, se dio una fuerte palmada en el muslo y exclamó: ‘¡Chamberlain no sobrevivirá a esta conversación! Su gabinete caerá esta misma noche’“

OTRAS FORMAS DE MENTIRA

Además del ocultamiento y el falseamiento, existen muchas otras maneras de mentir. Ya sugerí una al referirme a lo que podría hacer Ruth, el personaje de Updike, para mantener engañado a su marido a pesar del pánico. En vez de ocultar este último, cosa difícil, podría reconocerlo pero mentir en lo tocante al motivo que lo había provocado.

Otra técnica parecida consiste en decir la verdad de una manera retorcida, de tal modo que la víctima no la crea. O sea, decir la verdad... falsamente. O también recurriendo, a propósito, a la exageración.

Un truco semejante al de decir falsamente una verdad es ocultarla a medias. Se dice la verdad, pero sólo de manera parcial. Una exposición insuficiente, o una que deja fuera el elemento decisivo, permite al mentiroso preservar el engaño sin decir de hecho nada que falte a la verdad.

Otra técnica que permite al mentiroso evitar decir algo que falte a la verdad es la evasiva por inferencia incorrecta. El columnista de un periódico describió humorísticamente cómo es posible apelar a ella para resolver el conocido intríngulis de tener que emitir una opinión ante la obra de un amiga cuando esa obra a uno no le gusta. Supongamos que es el día de la inauguración de su exposición de cuadros. Uno piensa que los cuadros de su amiga son un espanto, pero hete aquí que antes de poder escabullirte hacia la puerta de salida, nuestro amiga viene a estrecharnos la mano y sin demora nos pregunta qué opinamos:

“‘Oh, María’ —le contestaremos (suponiendo que nuestra artista se llame María), y mirándola fija a los ojos como si estuviéramos embargados por la emoción, añadiremos: —‘¡María, María, María!"te la comistes"

No hay que soltarle la mano en todo este tiempo ni dejar de mirarla fijamente. Hay un 99 por ciento de probabilidades de que María finalmente se libere de nuestro apretón de mano, farfulle una frase modesta y siga adelante... Claro que hay variantes. Por ejemplo, adoptar el tono altanero de un crítico de arte y la tercera persona gramatical invisible, y dividiendo en dos etapas la declaración, decir: ‘María. María. ¿Qué podría uno decir’?’ O bajando el tono de voz, más equívocamente: ‘María... No encuentro palabras’. O con un poquito más de ironía: ‘María: todo el mundo, todo el mundo, habla de ti’ “.


La virtud de esta estratagema, como la de la verdad a medias o la de decir la verdad falsamente, consiste en que el mentiroso no se ve forzado a faltar en modo alguno a la verdad. Sin embargo, considero que éstas son mentiras de todas maneras, porque hay un propósito deliberado de despistar al destinatario sin darle ninguna notificación previa.

Algún aspecto del comportamiento del mentiroso puede traicionar estas mentiras. Existen dos clases de indicios del engaño: un error puede revelar la verdad, o bien puede sugerir que lo dicho o lo hecho no es cierto sin por ello revelar qué es lo cierto. Cuando por error un mentiroso revela la verdad, yo lo llamo autodelación; y llamo pista sobre el embuste a las características de su conducta que nos sugieren que está mintiendo pero no nos dicen cuál es la verdad. Si el médico de una paciente que miente nota que ella se retuerce las manos al mismo tiempo que le dice que se siente muy bien, tendrá una pista sobre su embuste, una razón para sospechar que ella le miente; pero no sabrá cómo se siente realmente —podría estar rabiosa por la mala atención que se le brinda en el hospital, o disgustada consigo misma, o temerosa por su futuro—, salvo que ella cometa una autodelación. Una expresión de su rostro, su tono de voz, un desliz verbal o ciertos ademanes podrían traslucir sus auténticos sentimientos.

Una pista sobre el embuste responde al interrogante de si el sujeto está o no mintiendo, pero no revela lo que él oculta: sólo una autodelación puede hacerlo. Con frecuencia, eso no importa. La pista sobre el embuste es suficiente cuando la cuestión es saber si la persona miente, más que saber qué es lo que oculta. En tal caso no se precisa ninguna autodelación. La información sustraída puede imaginarse, o no viene al caso. Si un gerente percibe, gracias a una pista de este tipo, que el candidato que se presentó para el cargo le está mintiendo, con eso le basta, y no necesita ninguna autodelación del candidato para tomar la decisión de no emplear en su empresa a un mentiroso.

Hay ocasiones en que la autodelación sólo proporciona una parte de la información que la víctima necesita conocer: transmite más que la pista sobre el embuste, pero no todo lo que se ha ocultado. Recordemos el episodio ya mencionado de Marry Me, de Updike. Ruth se vio presa del pánico porque no sabía cuánto había escuchado su esposo de la conversación telefónica que ella había mantenido con su amante. Cuando Jerry se dirigió a ella, tal vez Ruth hiciera algo que dejase traslucir su pánico (un temblor en los labios, una fugaz estrechez de las cejas). En ese contexto, un indicio tal sería suficiente para saber que estaba mintiendo, pues... ¿por qué otro motivo podría preocuparle que su esposo le hiciera esa pregunta? Ahora bien, dicha pista nada le diría a Jerry en cuanto a la mentira en sí, ni con quién estaba hablando ella. Jerry obtuvo parte de esa información porque la voz de Ruth la autodelató. Al explicarle por qué motivo no creía en lo que ella le había dicho sobre con quien hablaba por teléfono, Jerry le dice:

“—Fue por tu tono de voz.

“—¿En serio? ¿Y cómo era?— ella quiso lanzar una risita nerviosa.

“—-Era un tono distinto al de costumbre —dijo—» Era la voz de una mujer con carácter»

“—Eso es lo que soy: una mujer.

“—Pero conmigo tu usas un tono de voz de una nena de 14 años—continuó él”.

La voz que había usado Ruth no era la que usaría con una empleada de la escuela dominical, sino más bien con un amante. Ella trasunta que el engaño de Ruth probablemente esté referido a un asunto amoroso, aunque todavía no le dice a su marido cómo es toda la historia. Jerry no sabe aún si el idilio acaba de comenzar o está avanzado; tampoco sabe quién es el amante de su mujer. No obstante, sabe más de lo que habría podido averiguar con una pista sobre su embuste, que a lo sumo le habría informado que ella mentía.

Hasta que un día Jerry y su mujer están en su vehículo en camino al supermercado y de pronto un vehículo se estaciona a su lado esperando el cambio de luz. De pronto el conductor de ese vehículo hace un gesto de saludo disimulado a Ruth que es captado por Jerry, sin embargo, Ruth se mantuvo tieza como si no hubiera visto nada. Esa fue la pista que necesitaba el marido para sospechar quien podía ser el amante de ella. En una situación normal de una amistad, el saludo habria sido franco y abierto.

EL TEMOR A SER ATRAPADO


En sus formas más moderadas, este temor, en vez de desbaratar las cosas, puede ayudar al mentiroso a no incurrir en equivocaciones al mantenerlo alerta. Si el temor es mayor, puede producir signos conductuales que el descubridor de mentiras avezado notará enseguida, y si es mucho mayor, el temor del mentiroso a ser atrapado da origen exactamente a lo que él teme. Si un mentiroso fuera capaz de calibrar cuál será su recelo a ser detectado en caso de embarcarse en un embuste, estaría en mejores condiciones para resolver si vale la pena correr el riesgo. Y aunque ya haya decidido correrlo, saber estimar qué grado de recelo a ser detectado podría llegar a sentir lo ayudará a programar medidas contrarrestantes a fin de reducir u ocultar su temor. Esta información puede serle útil, asi mismo, al descubridor de mentiras: si prevé que un sospechoso tiene mucho temor de ser atrapado, estará muy atento a cualquier evidencia de ese temor.

Un padre que se ha mostrado suspicaz y desconfiado con su hijo y no le ha creído cuando le dijo la verdad, despertará temor en un chico inocente. Esto plantea un problema decisivo en la detección del engaño: es casi imposible diferenciar el temor a que no le crean del niño inocente, del recelo a ser detectado que siente el niño culpable: las señales de uno y otro serán las mismas.

Estos problemas no se presentan exclusivamente en el descubrimiento del engaño entre padre e hijo: siempre es difícil distinguir el temor del inocente a que no le crean, del recelo del culpable a ser detectado. Y la dificultad se agranda cuando el descubridor de la mentira tiene fama de suspicaz, de no haber aceptado sin más la verdad anteriormente. A éste le será cada vez más problemático distinguir aquel temor de este recelo. La práctica del engaño, así como el éxito reiterado en instrumentarlo, reducirá siempre el recelo a ser detectado. El marido que engaña a su esposa con la decimocuarta amante no se preocupará mucho porque lo atrape: ya tiene práctica suficiente, sabe lo que puede prever que sucederá y lo que tiene que encubrir; y lo que es más importante, sabe que puede salir airoso. La confianza en uno mismo aminora el recelo de ser descubierto. Por otra parte, un mentiroso que se propasa en su autoconfianza puede cometer errores por descuido; es probable que cierto recelo de ser detectado sea útil para todos los mentirosos.

El detector eléctrico de mentiras, o polígrafo, opera basándose en los mismos principios que la persona que quiere detectar mentiras a través de señales conductuales que las traicionen, y está sujeto a los mismos problemas. El polígrafo no detecta mentiras sino sólo señales emocionales. Sus cables le son aplicados al sospechoso a fin de medir los cambios en su respiración, sudor y presión arterial. Pero en sí mismos el sudor o la presión arterial no son signos de engaño: las palmas de las manos se humedecen y el corazón late con mayor rapidez cuando el individuo experimenta una emoción cualquiera. 

Por eso, antes de efectuar esta prueba, la mayoría de los expertos que utilizan el polígrafo tratan de convencer al sujeto de que el aparato nunca falla, y le administran lo que se conoce como una “prueba de estimulación”. La técnica más frecuente consiste en demostrarle al sospechoso que la máquina podrá adivinar qué naipe ha extraído del mazo. Se le hace extraer un naipe y después volver a ponerlo en el mazo; luego se le pide que conteste negativamente cada vez que el examinador le inquiere por un naipe en particular. Algunos expertos que emplean este aparato no cometen errores gracias a que desconfían de él, y utilizan un mazo de naipes marcados. Justifican la trampa basándose en dos argumentos: si el sospechoso es inocente, importa que él crea que la máquina es perfecta, pues de lo contrario tendría temor de que no le creyesen; si es culpable, importa que tenga recelo de ser atrapado, pues de lo contrario el aparato no operaría en verdad. La mayoría de los que utilizan el polígrafo no incurren en esta trampa contra sus sujetos, y confían en que el polígrafo sabrá decirles con exactitud cuál fue el naipe extraído.

Ocurre lo mismo que en "Pleito de Honor": el sospechoso tiene que estar persuadido de la habilidad del otro para descubrir su mentira. Los signos de que tiene temor serían ambiguos si no pudiesen disponerse las cosas de modo que únicamente el mentiroso tenga miedo, no el veraz. Los exámenes con polígrafos no sólo fracasan porque algunos inocentes temen ser falsamente acusados o porque por algún otro motivo los perturba el hecho de ser sometidos a un examen, sino también porque algunos delincuentes no creen en la máquina mágica: saben que pueden burlarla, y por eso mismo se vuelve más probable que sean capaces de lograrlo.

Hasta ahora hemos visto de qué manera la fama del descubridor de mentiras puede influir en el recelo a ser detectado del mentiroso y en el temor a que no le crean del inocente. Otro factor que gravita en el recelo a ser detectado es la personalidad del mentiroso. Hay individuos a los que les cuesta mucho mentir, en tanto que otros lo hacen con pasmosa soltura. Se sabe mucho más de los que mienten con facilidad que de los que no pueden hacerlo. Algo pude descubrir sobre estos últimos en mi investigación sobre el ocultamiento de las emociones negativas.

Hay individuos que son especialmente recelosos de ser atrapados mintiendo; están convencidos de que todos los que los están mirando se darán cuenta de que miente, lo que se convierte en una profecía que termina por cumplirse

Hasta ahora he descrito dos factores determinantes del recelo a se detectado: la personalidad del mentiroso y, antes que esto, la fama y carácter del descubridor de la mentira. No menos importante es lo que está en juego al mentir. La regla es muy simple: cuanto más sea lo que está en juego, mayor será el recelo a ser detectado. Pero la aplicación de esta regla puede ser complicada, porque no siempre es sencillo averiguar qué es lo que está en juego.

El recelo a ser detectado será mayor si lo que está en juego es evitar un castigo, y no meramente ganar una recompensa.

Un engaño puede acarrear dos clases de castigo: el castigo que aguarda en caso de que la mentira falle y el que puede recibir el propio acto de mentir. Si están en juego ambos, será mayor el recelo a ser detectado. A veces el castigo en caso de que a uno lo descubran engañando es mucho peor que el castigo que deseaba evitar con su engaño. En ‘Pleito de honor’, el padre le comunicó a su hijo que ésa era la situación. Si el descubridor de mentiras puede hacerle saber con claridad al sospechoso, antes de interrogarlo, que su castigo por mentir será peor que el que se le imponga por su delito, tiene más probabilidades de disuadirlo de que mienta.

Pero aunque el transgresor sepa que el daño que sufrirá si se descubre su mentira será mayor que el que recibirá si admite su falta, mentir puede resultarle muy tentador, ya que confesar la verdad le provocará perjuicios inmediatos y seguros, en tanto que la mentira contiene en sí la posibilidad de evitar todo perjuicio. La perspectiva de eludir un castigo inmediato puede ser tan atrayente que el impulso que lo lleva a eso hace que el mentiroso subestime la probabilidad de ser atrapado, y el precio que ha de pagar en caso de serlo.

 El reconocimiento de que la confesión habría sido una mejor estrategia llega demasiado tarde, cuando el engaño se ha mantenido ya por tanto tiempo y con tantas argucias, que ni siquiera la confesión logra reducir el castigo.

APRENDE A DETECTAR MENTIRAS



Resultado de imagen para rostro cuando mientenNo necesitas ser un detective profesional para saber si una persona está diciendo la verdad o está incurriendo en una mentira. Lo único que necesitas es saber cuáles son las señales que te esta enviando en sus mensajes  y sobre todo ser muy observador con las acciones o inacciones o sea la forma de actuar de la persona mentirosa.

La mentira es una herramienta que casi todas las personas usan alguna vez en su vida, ya sea para perjudicar a una persona y aunque suene extraño, para beneficiar a otra(s) persona(s). Por eso, saber leer las mentiras a tiempo y anticiparte a lo que pudiera ser un daño que te puedan infligir es muy importante para evitarte frustraciones y/o inconvenientes.

Si deseas contar con herramientas para desentrañar la verdad en la gente de la que sospechas, sigue leyendo y utiliza esta información para bien y no para mal.

GESTOS EMOTIVOS Y ACCIONES CONTRADICTORIAS

En la cara están las señales en las que puedes detectar fácilmente y atrapar al mentiroso(a).  Algunas son:

• Una persona sincera sonará "congruente". Ésto quiere decir que toda la información que le este dando (sus palabras, sus acciones, su lenguaje corporal, su sentido de responsabilidad y todo encaja, o sea, no contiene contradicciones.) La gente que miente es incoherente y queda mal continuamente, lo que dicen y lo que hacen no siempre va a la par.

• El manejo de los tiempos al demostrar las emociones, también es poco común. Por ejemplo, alguien honesto puede gritar que le gustó mucho el regalo (gesto de sorpresa) y luego demostrar una sonrisa, mientras que un mentiroso tiende a concentrar la sonrisa y el comentario en el mismo tiempo.

• Las expresiones, los gestos y las acciones no concuerdan. Si alguien te dice que te quiere y te da un abrazo y en vez de hablar sobre ti y tu vida sobre ¿como te va?, y lo que hace es que te pregunta inmediatamente por otra persona, o cambia el tema es obvio que lo que sale de su boca no es congruente con sus acciones.

• La expresión de emociones de todo tipo, desde felicidad y sorpresa hasta tristeza y enojo, cubren todo el rostro. Por ejemplo, alguien que sonríe naturalmente implica todo su rostro, incluyendo movimientos en mandíbulas, mejillas y ojos. En el mentiroso no hay emoción en sus ojos ni su frente, solo en sus labios o boca.

REACCIONES
La forma de actuar ante las acciones también es una forma de averiguarlo. A continuación algunas señales:

Una persona que se sabe culpable de una mentira adopta una postura defensiva. Mientras que una inocente va al ataque o a reclamar al sentirse ofendida y cuestionar sus sospechas. El mentiroso se limitará a defenderse y ofrecer excusas, hasta hacer acusaciones contra quien lo cuestiona, hasta valiéndose de artimañas poco éticas y/o profesionales, tienden a tergiversar la realidad.

El mentiroso se siente incómodo y evita la conversación y el encuentro de quien lo cuestiona,  por lo tanto, tiende a tener el menor contacto posible con la víctima de su engaño. No contestará llamadas, no responderá mensajes, tiene una excusa para todo, cambia de planes continuamente, asi son los mentirosos. Es el tipo de persona que te dice llámame mañana y al día siguiente no te responde y ni si quiera te llama él mismo.

Un mentiroso si es cuestionado atacará y subconcientemente se identificará a si mismo al decirle (mentiroso, embaucador o charlatán) a quien le señala, cuando esas palabras realmente se las dice a si mismo, de forma inconsciente (son una proyección de su persona).
El mentiroso es una persona que cambia mucho de parecer y queda mal de continuo con la gente con quien ha hecho compromisos. Quedar mal es su principal característica.

Si eres una persona que conoce todos los trucos del mentiroso y caes ante sus engaños, entonces tu serás el responsable del mal que te suceda. Si por el contrario los anticipas no deberías sufrir ninguna consecuencia.

Si has decidido creer en alguien o darle una oportunidad y luego te das cuenta que te va a seguir engañando y haciendo daño, entonces tienes las opciones de usar tus conocimientos para evitar ser engañado.

Si conoces como detectar un mentiroso puedes hacer una de (3) tres:

O se lo dices y lo confrontas (personalmente no tiendo a hacer esto)

O dejas que las cosas transcurran y se compliquen

O decides jugar con él y hacerle creer que se va a salir con la suya, entonces lo tomas por sorpresa. (al menos, esta es mi preferida) de modo que de esa forma el mentiroso y charlatán aprenda una lección. No podemos desaprovechar ninguna ocasión para llevarle el mensaje a la conciencia del mentiroso, debemos hacerlo con sutilidad, sin ofender, educando a la persona.

Para una persona que conoce y sabe leer el lenguaje del los mentirosos, estos son como los idiotas o delincuentes que dejan saber lo que van a hacer con anticipación, de manera que cuando actúan, ya los estaban esperando.

El mentiroso es como un telégrafo que continuamente envía señales.

miércoles, 30 de septiembre de 2015

Que son las Microexpresiones?


Las hemos oído mencionar hasta la saciedad en series como Lie To Me, siendo “protagonistas” en el arte de determinar si una persona está mintiendo o no; sabemos que tienen que ver con las expresiones de nuestro rostro, pero ¿Qué son realmente? ¿Cómo se manifiestan?

Las microexpresiones son movimientos involuntarios de los músculos de la cara, en momentos especialmente emotivos y que estén relacionados con una situación que pueda provocarnos ansiedad; ya sea por motivos positivos o negativos.  En la actualidad, se ha determinado que las siete emociones básicas (Alegría, rabia, tristeza, sorpresa, desprecio, miedo y asco) no pueden ser “falsificadas”, pues los músculos de la cara se mueven, en la mayoría de los casos, de manera automática, y no hay forma que podamos reproducir esos movimientos perfectamente de manera consciente, aún con mucha práctica.  Inclusive los actores profesionales, cuyo trabajo versa precisamente en tal falsificación, no podrían ser más efectivos que un no iniciado en las artes escénicas si se enfrenta a una situación de peligro inminente, o de profundo estrés emocional, pues su reacción será tan primaria como la nuestra.
Automáticas e involuntarias

Las microexpresiones se llaman así no precisamente porque sean muy pequeñas, sino porque su duración en el rostro humano es increíblemente corta (aproximadamente la vigésima parte de un segundo).  A tal velocidad, y combinándola con la conversación, los movimientos del cuerpo, los gestos manuales y la iluminación (todos elementos distractores), es muy posbile pasarlas por alto.  Es por ello que para un estudio verdadero de esos micromovimientos, es necesario filmar a alta definición al sujeto, para que tengamos la posibilidad posterior de ver la grabación una y otra vez, si es posible cuadro a cuadro.


Para facilitar su estudio, Paul Ekman, un científico estadounidense, creó el Facial Action Coding System (FACS), que es un método para clasificar los movimientos asociados a los músculos de la cara. Puesto que combinar los movimientos de músculos individuales sería una tarea titánica a la vez que poco práctica, Ekman decidió agrupar los músculos en “clusters” o Unidades de Acción, de tal manera que fuese más fácil su clasificación.  Claro está, la frase “más fácil” es un eufemismo que se queda corto, pues aún con esta aproximación simplificada es posible contar más de 10.000 expresiones faciales distintas.

El “Proyecto Wizards”
Ekman llevó a cabo una investigación llamada “El Proyecto Wizards (magos)”, posteriormente llamada Proyecto Diógenes.  Consistía en determinar qué porcentaje de la población era capaz, de manera natural, de determinar a simple vista si una persona está mintiendo o no.  Los llamados “Magos” que determinaba el estudio, eran aquellas personas que podían ubicar mentiras con una efectividad mayor al 80% (presumiblemente por su facilidad para detectar microexpresiones de manera natural), mientras que una persona común y corriente no es mucho mejor que un aleatorio 50%.  El Estudio reveló que apenas el 0.0025% de la población tiene esta facultad, pues de 20.000 personas estudiadas, tan sólo 50 cumplieron con el criterio.  Hechos como éste han ayudado a alimentar el “mito” de los mentalistas que son capaces de leer la mente de las personas, cuando en realidad simplemente son individuos con una excelente capacidad de observación.

La práctica hace al maestro
Existe también una herramienta en línea llamada Micro Expression Training Tool (METT) que es una aplicación flash muy sencilla donde podemos aprender sobre las microexpresiones y los distintos tipos de emociones, qué músculos están implicados en cuál manifestación y prácticas o “drills” para revisar nuestras habilidades.  Evidentemetne, a medida que avanzamos con la herramienta, ésta se hace progresivamente más difícil; y por otra parte, los ejercicios que antes nos parecían imposibles comienzan a resolverse con suma facilidad, puesto que nuestro cerebro se va acostumbrando a ver áreas precisas de la cara que son comunes a varias emociones.

Aplicaciones en la actualidad
El estudio de las microexpresiones faciales ha probado su valía con creces en campos tan dispares como la criminología, la psicología, la medicina e incluso la animación de personajes 3D.

El Poligrafo y la Mentira


Resultado de imagen para poligrafoLa mentira es un recurso más del ser humano, en un mundo de secretos, misterios e investigaciones, la certeza sobre la veracidad o no de las informaciones, es indispensable para muchos investigadores. Se han escrito cientos de libros, se han editado publicaciones y todo tipo de informes a cerca del fenómeno de la mentira contándose por docenas, los colectivos profesionales, que han teorizado acerca de como detectar de manera objetiva una mentira. No obstante, vamos a analizar el cómo y el porque del detector de mentiras, una de las primeras maquinas creadas por el hombre destinadas a detectar lo que durante siglos ha sido uno de los grandes retos de la humanidad.

En primer lugar, diremos que él termino detector de mentiras, no es quizás el mas correcto, según fuentes consultadas por Detectum, deberíamos hablar del polígrafo ya que es este, el nombre mas técnico y descriptivo. Un polígrafo, es una maquina capaz de medir y registrar muchas variantes y expresiones fisiológicas, pudiendo medir aspectos como el ritmo cardíaco, la tasa respiratoria, la respuesta galvánica de la piel, la tensión sanguínea y un largo etcétera de parámetros. Así, se pueden establecer y medir objetivamente, relaciones existentes entre expresiones psicológicas y reacciones fisiológicas.

Cuando alguien dice la verdad, se activan unas partes del cerebro distintas a cuando alguien miente. Son unos patrones cerebrales que el investigador deberá conocer. También sabemos, que existe una relación entre la actividad cerebral en el acto de la mentira y la respuesta fisiológica. El detector de mentiras, parte de la base de que la mentira provoca una serie de síntomas fisiológicos no apreciables siempre a simple vista pero que si que son medibles mediante una maquina que científicamente y objetivamente registre todas las respuestas corporales.

Otro principio a tener en cuenta, es que todos los individuos somos distintos y por tanto se deduce el hecho de que todos podemos potencialmente reaccionar de manera muy diferente cuando expresamos la mentira. Así, algunos reaccionaran al mentir, con un aumento de la sudoración, otros con una variación del ritmo cardíaco, etc. Es por esta razón que el investigador incitara, en una parte inicial de la prueba, a que el sujeto mienta deliberadamente con preguntas sencillas pudiendo comprobar así, cuales son las respuestas fisiológicas que esa persona en concreto genera al mentir.

¿Se puede burlar al detector de mentidas? Es una vieja pregunta, formulada por todos los detractores de este test, los poligrafistas dice que no, pues hay muchos elementos que conscientemente no podemos controlar de forma completa como el ritmo cardíaco o la sudoración, etc.

Otro procedimiento que utiliza el investigador que realiza el test, es repetir en más de una ocasión la misma pregunta con el fin de aislar, corroborar, confirmar relaciones entre la potencial mentira y la respuesta corporal. El investigador también realizará preguntas “trampa” destinadas a cazar a aquellos que se intentan autosugestionar creyéndose su propia mentira con el fin de intentar engañar al polígrafo.

Algunos de los parámetros más usuales que suele medir el investigador son:

Ø  Tasa respiratoria:

Suelen adaptarse diversos tubos o cintas de goma al abdomen, cuando los músculos abdominales se llenan de aire por el proceso de la respiración natural, estas gomas se desplazan. Van unidas a un brazo mecánico, que registra el movimiento del abdomen expresándose finalmente, en una señal electrónica y un trazado encima del papel. El movimiento de respiración del abdomen suele ser de entre 8 y 12 veces por minuto.

Ø  Presión sanguínea, ritmo cardíaco..

La sangre es bombeada por el corazón a todos los rincones del cuerpo humano, la mejor manera de medir la presión sanguínea es aplicando un sensor en el brazo, este bombeo hace un sonido y un movimiento que es detectado con la misma facilidad que lo haría un medico de cabecera. Es otro parámetro que se registrara en el panel de señales.

Ø  Resistencia galvánica de la piel:

También se la conoce como la actividad electro cutánea, es una medida de sudor sobre las yemas del dedo. Las extremidades del cuerpo como la mano y los dedos son las más porosas del cuerpo, siendo por tanto, donde mas fácilmente podemos medir la sudoración. Se aplican galvanómetros que son una especie de sensores aplicados a cada uno de los temas. Estos sensores miden la capacidad de la piel para conducir electricidad ya que cuando se sudora la electricidad se transmite con mayor facilidad y rapidez.

Ø  Movimientos de brazos y piernas:

Algunos polígrafos también registran movimientos o criterios complementarios como actitudes posturales, mover con nerviosismo un brazo o pierna al responder a determinadas preguntas, etc.

Los investigadores que aplican la prueba, suelen ser llamados expertos en el polígrafo aunque su nombre más adecuado seria psicofisiologistas forenses. Deben tener experiencia en el uso de esta maquina, conocer a fondo sus procesos y mecanismos, también es muy importante saber realizar un buen diseño de las preguntas.

En muchas ocasiones, el técnico deberá realizar una pre prueba, es decir realizar el mismo test unas horas antes de la prueba definitiva, así el investigador puede reunir ciertos parámetros y diseñar las preguntas con mayor acierto.

Algunos de los detractores del detector de mentiras, dudan sobre su objetividad basándose en que el sujeto, puede sentirse intimidado debido a la tensión natural, que provoca el ser sometido a preguntas, además de todo el conjunto de tubos, sensores y diferentes cables aplicados a distintas partes de su cuerpo. Estos elementos, alteran las respuestas fisiológicas. No obstante, los poligrafistas afirman que son suficientemente objetivos como para poder aislar estas respuestas de nerviosismo de las respuestas relacionadas con una mentira.

Cuando se empezó a utilizar el polígrafo, muchos gángsteres empezaban a utilizar contramedidas destinadas a engañarlo, como aplicar desodorante en las yemas de los dedos para que no se detectara su sudoración, aplicar sedativos, tachuelas en los zapatos, etc. La maquina todavía no ha entrado en desuso, de hecho, en Internet, existen numerosas paginas en las que se venden versiones domesticas y reducidas de la maquina para su aplicación en el ámbito domestico o profesional, algo a lo que no es recomendable jugar.

En EEUU se practican cada año cerca de 1 millón de tests con el polígrafo, el detector de mentiras nació como la fusión de varios artefactos en el siglo XIX. En el año 1869, Auguste Chavey y Étienne Jules Marey, desarrollaron un cardiógrafo capaz de medir el ritmo cardiaco y en el año 1902 James Mackenzie inventó otra maquina capaz de medir la presión y el pulso yugular empezando a llamarle polígrafo. Esta maquina acabaría tomando el nombre de detector de mentiras, nombre que se haría popular en la prensa de la época.

Hoy en día, son muchos los tribunales de justicia que no aceptan la prueba del polígrafo como una prueba pericial más, no obstante si que es admitida como prueba o recurso complementaria como en algunos estados de EEUU, también en Israel y Japón aunque tampoco se puede afirmar que su uso sea intensivo. La polémica continúa abierta y todavía no hay una posición uniforme respecto a la objetividad o no del polígrafo, existiendo todo tipo de pruebas científicas, informes y demostraciones en tiempo real por uno y otro lado de la comunidad científica.

Han pasado ya más de 80 años desde su invención y lo cierto es que se esta trabajando actualmente, en otros sistemas más avanzados. Es el caso de algunos científicos norte-americanos de la Universidad de Minnesota, que están desarrollando un prototipo de maquina destinada a realizar controles masivos de seguridad. Este aparato permite saber rápidamente, si un sujeto miente, esta compuesto por una cámara térmica de alta definición, que detecta pequeñas diferencias de temperatura que se producen alrededor de los ojos de una persona cuando esta miente. Se ha comprobado que existe una fiabilidad del 85% frente a la del 70 o 75% del polígrafo.

lunes, 28 de septiembre de 2015

Balística y Hoplologia

1. BALISTICA: CONCEPTOS GENERALES, FISICO Y FORENSE.



Resultado de imagen para armas de fuegoEl Diccionario Enciclopédico de la Lengua Castellana - Ed. Codex S.A. - Buenos Aires - 1974, define el término “Balística” como “(F.) - Parte de la mecánica que estudia el alcance y dirección de los proyectiles”; por otra parte, el Diccionario Ilustrado de Ramón García-Pelayo y Gross - Ed. Larousse - Buenos Aires 1988, define este mismo término como “(Mil.) - Arte de calcular el alcance y dirección de los proyectiles”

De lo expuesto se desprende que con el término “Balística” se reconoce a la parte de las ciencias físicas, específicamente la mecánica o dinámica de los cuerpos, que trata sobre los fenómenos que afectan el movimiento de los proyectiles en el espacio y que por lo tanto determinan su dirección y alcance; respondiendo a este concepto también los textos, tratados y reglamentos de balística militar.

El concepto que el término “Balística” comprende desde el punto de vista forense, es decir de la aplicación de las leyes, principios, técnicas y procedimientos de las ciencias a la resolución de problemas judiciales, es mucho más amplio, respondiendo, tal como lo define Don ROBERTO ALBARRACIN en su Manual de Criminalística (Ed. Policial - Buenos Aires - 1971), “BALISTICA: Es la ciencia y arte que estudia integralmente las armas de fuego, el alcance y dirección de los proyectiles que disparan y los efectos que producen”, concepto al que adherimos los especialistas de nuestro medio.



2. CLASIFICACION DE LA BALISTICA FORENSE:

Conforme el concepto expresado en el punto precedente, la Balística Forense, es decir aplicada a la resolución de problemas judiciales, se clasifica en TRES (3) partes, conforme al siguiente detalle:



a. BALISTICA INTERIOR:

Es la parte de la Balística que se ocupa del estudio de la totalidad de los fenómenos que se producen en el arma a partir del momento que el percutor golpea el fulminante del cartucho y alcanza hasta el momento mismo en que el proyectil abandona la boca de fuego del cañón. Esta parte de la Balística se ocupa también de todo lo relativo a las armas de fuego, su estructura, mecanismos, funcionamiento, carga y disparo de la misma.



b. BALISTICA EXTERIOR:

A esta parte de la Balística le corresponde el estudio de la trayectoria del proyectil, desde el momento en que abandona la boca del cañón del arma hasta su arribo al blanco, y de los fenómenos que lo afectan en concordancia con las particularidades de cada caso, tales como la gravedad, la resistencia del aire, la influencia de la dirección e intensidad de los vientos y particularmente los obstáculos que se le interpongan y que en definitiva son productores de los rebotes que modifican la trayectoria original.



c. BALISTICA DE EFECTOS:

Tal como su nombre lo indica, esta parte de la Balística estudia los efectos producidos por el proyectil en el blanco alcanzado, particularmente las características propias del Orificio de Entrada (OE) causado por el proyectil y de la zona inmediata que lo rodea, características éstas que permitirán establecer importantes elementos los que avalarán conclusiones relativas a problemas tan complejos como la determinación de la distancia de disparo.



3. ARMAS: CONCEPTO Y CLASIFICACION:

Si bien los distintos diccionarios consultados definen el término “Arma” como todo instrumento destinado a atacar o defenderse, este es desde el punto de aplicación forense solo un concepto parcial, ya que no solo los instrumentos fabricados con la finalidad expresada deben considerarse armas pues pueden ser utilizados eventualmente con este fin innumerables objetos que cumplan con dicha condición.Por la razón expresada, conceptuaremos el término “Arma” como “todo aquello que potencie la fuerza humana”, ya que tanto puede ser utilizado en acciones ofensivas y/o defensivas elementos especialmente diseñados para ese fin como otros destinados a usos distintos, pudiendo llegar a considerarse como arma, según las circunstancias particulares del hecho, incluso hasta una técnica especial de lucha, combate o defensa, tal como el puñetazo de un boxeador o la aplicación de las artes marciales.

Expresado nuestro concepto al respecto del término “Arma”, procederemos a continuación a efectuar una rápida clasificación de las mismas conforme sus características de uso y diseño:



a. Por su concepción de diseño:

Armas propias: Son las que han sido especialmente diseñadas para ofender (atacar) o defenderse.

Armas impropias o de circunstancias: Este grupo está constituido por todos aquellos elementos que eventual o circunstancialmente puedan llegar a utilizarse como arma, tal como un martillo de carpintero, un cuchillo de cocina, un destornillador, etc.



b. Clasificación de las armas propias:

1) Armas blancas: Las que a su vez se subclasifican en:

Cortantes: Las que presentan aguzado (afilado) uno o ambos laterales, tales como el cuchillo.

Punzante: Las que presentan aguzado el extremo distal, tal como el florete o la flecha. Este tipo de arma puede ser arrojada (disparada) por un implemento especial (arco o ballesta) o con la fuerza de mano y brazo (lanza), o bien haber sido diseñada para utilizar exclusivamente con la mano (Florete).

Punzo-cortante: Son las que presentan aguzado su extremo distal y uno o ambos laterales, tal como el puñal o el facón.

Contundente: Son las que provocan las lesiones por la energía con que golpean, tal como la maza, las boleadoras o proyectiles diversos arrojados con hondas.

Corto-contundentes: Son las que actúan por aplicación combinada del golpe y el filo. A esta Subclasificación corresponden el hacha y el sable de caballería.



Armas de fuego: Son las que utilizan la presión generada por los gases producto de la deflagración de la pólvora, para impulsar uno o varios proyectiles. Se subclasifican en:



a) Por la forma de transporte:

Portátiles: Las que para su transporte y uso es suficiente el empleo de una sola persona (Fusil, escopeta, revólver,)

No Portátiles: Son aquellas que para su desplazamiento o utilización se hace necesario el auxilio de otra persona o un medio mecánico o animal (mortero, cañón, ametralladora)



b) Por su forma de empleo:

De puño: Son las que fueron diseñadas para ser utilizadas con una sola mano (revólver, pistola, pistolón de caza).

De hombro: Son las que para su utilización se requiere el empleo de ambas manos y/o el apoyo en otra parte del cuerpo del tirador, generalmente el hombro (fusil, escopeta, pistola-ametralladora).



c) Por el sistema de disparo:

De tiro a tiro: Son aquellas que solo pueden efectuar un solo disparo por vez, siendo necesario la apertura del arma y extracción manual de la vaina servida para reemplazarla por un nuevo cartucho, su característica principal es que no poseen almacén cargador, tal como la escopeta común de caza.

De repetición: Corresponde a aquellas que, poseyendo almacén cargador que les permite contener determinada cantidad de cartuchos disponibles dentro del arma, la operación de carga, disparo, descarga de la vaina y nueva carga del cartucho debe operarse en forma manual a través de sistemas tales como el de cerrojo (fusil “Maúser”), corredera (escopeta de repetición tipo “Itaca”) o palanca (rifle “Winchester”).

Semiautomáticas: Son aquellas en que la operación de carga disparo, descarga de la vaina y carga del nuevo cartucho se efectúa en forma mecánica, correspondiendo a cada accionamiento del tirador sobre la cola del disparador un disparo, tal el caso de las pistolas tipo sistema Browning (Colt 11,25 mm, Browning 9 mm, etc.).

Automáticas: Son aquellas que, manteniendo presionada la cola del disparador producen una sucesión de disparos, tales como las pistolas-ametralladoras y los fusiles automáticos. Generalmente este tipo de armas posee un selector de tiro que permite al usuario elegir el modo de operación entre dos opciones: semiautomático y automático.



d) Por la forma de carga: Se subclasifican en:

De avancarga: Armas primitivas que eran cargadas por la boca de fuego, atracadas mediante golpes de baqueta. En la actualidad solo tienen interés como piezas de colección, aún cuando en ciertos lugares del mundo, como España, ha comenzado a popularizarse el uso de réplicas de estas armas creándose incluso clubes especiales para su práctica. Responden a esta subdivisión el mosquete, el trabuco y las clásicas pistolas de duelo.

De retrocarga: Son aquellas que se cargan por la recámara ubicada en la parte media trasera del arma y que responden a la totalidad de las armas de moderno diseño.



e) Por el tipo de cañón: Las que a su vez se subdividen en:

De cañón de ánima lisa: Carece de estriado y en la actualidad se utiliza únicamente en las escopetas, diseñadas para el disparo de proyectiles múltiples (perdigones).

De cañón de ánima rayada o estriada: En este caso el interior del cañón del arma (ánima) presenta un rayado particular en bajorrelieve, de forma helicoidal, llamado “estriado” y que le suministra a los proyectiles por ellos expulsados un movimiento rotacional sobre su propio eje que le brinda estabilidad direccional a la trayectoria del mismo.



4. EL CARTUCHO: CONCEPTO Y CLASIFICACION:

El concepto más ajustado para dar una idea cabal de un cartucho de arma de fuego es el que lo define como “La unidad funcional compuesta por la vaina, el proyectil, la carga de proyección o balística (pólvora) y el fulminante”. Los cartuchos utilizados en las armas de fuego se clasifican según el siguiente criterio:

a. Por la cantidad de proyectiles que portan:

De proyectil único: Cada cartucho posee un solo proyectil y responde a los cartuchos utilizados por la gran mayoría de las armas disponibles en el mercado.

De proyectiles múltiples: Estos cartuchos poseen en su interior una cantidad variable de proyectiles, generalmente de forma esférica, llamados vulgarmente “perdigones” o “postas”, las que pueden ser fabricadas en aleación de plomo, goma o material plástico. Son generalmente disparados por armas de ánima lisa (escopetas), aunque también existen cartuchos diseñados para otras armas, conociéndose estos últimos con el nombre genérico de “cartuchos de supervivencia”, ya que están destinados a la caza de animales menores, particularmente pequeñas aves.



Por el tipo de proyectil: Se refiere a los cartuchos de proyectil único y se subdividen en:

De proyectil desnudo: El proyectil está constituido por una pieza de aleación de plomo, antimonio y estaño, el que en algunas oportunidades puede presentar un baño electrolítico de cobre. Posee la característica de presentar una serie de muescas dispuestas en una línea alrededor del cuerpo cilíndrico del proyectil, en las que se aplica un lubricante grafitado especial, razón por la cual se la conoce como “cintura de engrase”.

De proyectil encamisado: Este proyectil posee un núcleo de aleación de plomo recubierto por una placa o “camisa” de latón (aleación de cobre y zinc), la que le suministra mayor dureza y por lo tanto un mayor poder perforante.

De proyectil semi-encamisado o punta blanda: Al igual que el anterior este proyectil consta de un núcleo de aleación de plomo recubierto parcialmente con una funda o “camisa” de latón, la que en este caso deja al descubierto el sector correspondiente a la ojiva o “punta” del proyectil que al ser de material más blando, se deforma al impactar sobre el blanco expandiéndose, con lo que aumenta su diámetro, adoptando contornos irregulares, todo lo cual, unido al movimiento rotacional de que esta provisto el proyectil, suministrado por el estriado del cañón, produce lesiones de elevada consideración y alto poder de volteo, por lo que se la recomienda para uso en la práctica de la caza mayor.



c. Por la forma de la ojiva: Se subdividen en:

De ojiva aguzada: Son proyectiles de punta aguda, recomendados por la Convención de Ginebra para su utilización en las guerras convencionales. Poseen alto poder de penetración y generalmente son del tipo “encamisado” lo que le permite perforar y atravesar los tejidos blandos manteniendo energía remanente que se pierde con el proyectil luego de atravesar el blanco. Responden a los denominados “proyectiles perforantes”.(Fusiles “Maúser”, FAL, M 16, etc.).

De ojiva redondeada o semi-esférica: Como su nombre lo indica el extremo distal de estos proyectiles presenta una forma redondeada o semi-esférica razón por la cual la superficie de contacto entre el proyectil y el blanco al momento del impacto es mayor que en el caso anterior y por ende, más rápidamente se efectúa la transferencia de energía entre ambos cuerpos, a la vez que provoca un mayor efecto de shock hidrodinámico aumentando el poder de volteo. (Pistolas 11,25 mm y 9 mm, revólveres .38, .357 magnum, .44-40, etc.).

De ojiva troncocónica o “punta plana”: En estos proyectiles la ojiva propiamente dicha no existe ya que su diseño responde a un formato de cono truncado, presentando su punta un plano perpendicular a su eje de simetría con lo que se logra incrementar los efectos descriptos en el punto anterior. Este tipo de ojiva generalmente se combina con proyectiles del tipo “semi-encamisado” o “punta blanda”, lográndose incrementar aún más su poder de volteo y la gravedad de las lesiones que provoca. (Revólveres 38 Especial, .357 magnum, 44-40 y .44 magnum.).

De ojiva perforada o “Punta Hueca”: En estos casos los proyectiles presentan una perforación en el centro de la ojiva, la que responde al subtipo de “Ojiva redondeada”, combinándose generalmente con proyectiles del tipo “semi-encamisado” o “Punta blanda”. Estos proyectiles, conocidos vulgarmente con el nombre de “Bala Dum-Dum”, poseen la particularidad de expandirse al entrar en contacto con el blanco, por los que también se los conoce con el nombre de “munición expansiva”, siendo los de mayor poder de volteo de todos los descriptos. Se usa generalmente en revólveres .38 Especial, .357 magnum, .44-40 y .44 magnum, como así también en rifles y carabinas de caza mayor del tipo 30-30, 30-03, etc., aunque también se los fabrica en calibre .22.



d. Por la ubicación del fulminante en la vaina: Se dividen a su vez en:

Cartuchos de fuego central: Son los que poseen su fulminante incluido en una pequeña cápsula ubicado en la zona central del culote de la vaina, comunicándose con su interior a través de orificios (generalmente dos) llamados “oídos” entre medio de los cuales existe un resalto del fondo de la vaina que recibe el nombre de “yunque”. Este tipo de ubicación del fulminante es el utilizado en la gran mayoría de los cartuchos, conociéndose hoy en día como única excepción a los cartuchos de todo tipo de armas perteneciente al calibre .22.

De fuego anular: Son los que poseen su fulminante dispuesto en forma de anillo siguiendo la periferia de la base o culote de la vaina. Este tipo de cartuchos es el utilizado por todas las armas correspondientes al calibre .22.

De espiga o sistema “Lefaucheux”: Se menciona en la actualidad solo a título ilustrativo ya que corresponde a los primeros modelos de cartucho con fulminante incorporado. En ellos el fulminante se coloca en un pequeño cilindro o “espiga” que va insertado en el sector inferior del lateral de la vaina, lugar donde golpeado directamente por el martillo de percusión ya que este modelo de armas carece de aguja de percusión. En nuestro país este tipo de armas se utilizó hasta mediados del siglo pasado.



5. ESTUDIO DEL ARMA DE FUEGO:


Resultado de imagen para industrias armamentistas mundoSi bien son múltiples los requerimientos que pueden hacérsele al Perito en materia de armas de fuego, como por ejemplo la determinación de la marca, modelo, origen y época o año de fabricación, podemos asegurar que al respecto, la gran mayoría de los puntos de pericia sometidos a dictamen, se limitan a los siguientes:



a. Determinación del estado de conservación y aptitud para el disparo:

Con este interrogante el Magistrado tiende a determinar si el arma involucrada en una causa es de funcionamiento normal y apta para producir disparos, es decir para percutir el cartucho provocando su detonación y expulsar adecuadamente el proyectil.

Para ello el experto debe en primer lugar proceder a efectuar un pormenorizado estudio del arma sometida a análisis, siendo en muchas oportunidades necesario recurrir a su despiece para poder establecer el grado de desgaste o deterioro de los mecanismos internos del arma. Luego de este estudio preliminar se procede a operar el arma efectuando percusiones primero en vacío y luego cargada con cartuchos adecuados (de su mismo calibre), disparos estos que se efectúan sobre un dispositivo especial conocido como “Banco de Obtención de Proyectiles”, el que permite recuperar los proyectiles disparados para verificar sobre ellos las condiciones particulares del disparo, verificación que también se realiza sobre las vainas servidas, mediante observación de estos elementos con medios ópticos de aumentos adecuados y convenientemente iluminados.



b. Determinación del grado de celosidad del arma:

El proceso de fabricación de un arma de fuego se efectúa en estricto ajuste a las normas y especificaciones fijadas por el diseñador, lo que dará como resultado el logro de un producto de óptima calidad conforme dichas especificaciones. Para ello el diseñador ha calculado y probado en los prototipos la forma, constitución, dimensiones y resistencia de todos y cada uno de los componentes de los distintos mecanismos que constituyen el arma.

Uno de esos mecanismos en particular es el “Mecanismo de Disparo”, constituido principalmente por la cola del disparador (mal llamada “gatillo”), el fiador, el muelle del fiador, el martillo y la aguja de percusión.

Para que el disparo se produzca es necesario que, presionando sobre la cola del disparador, se ponga en funcionamiento todo el conjunto de piezas hasta lograr que la aguja golpee sobre el fulminante del cartucho, produciendo su estallido. La fuerza necesaria para lograr este efecto ha sido determinada por el diseñador y respetada por el fabricante, respondiendo a una de las especificaciones que fueran fijadas por aquel.

El desgaste del arma motivado por su intenso uso, la falta de un mantenimiento adecuado o la modificación de las condiciones de alguna de las piezas del mecanismo de disparo, particularmente del fiador, las que pueden deberse a deterioros accidentales o a maniobras realizadas sobre esta pieza con la finalidad de lograr dicha modificación, hace que varíen las relaciones internas entre las piezas y por lo tanto disminuya la fuerza a aplicar sobre la cola del disparador para lograr el accionamiento del arma, obteniéndose un arma denominada comúnmente como “celosa”, término que en Balística Forense indica una disminución de la fuerza necesaria para provocar el disparo con relación al valor establecido por el fabricante.

Para arribar a conclusiones categóricas, el experto debe verificar los valores efectuando una serie de mediciones con el empleo de aparatos tales como el “Tensiómetro de cola de disparador”, un dinamómetro horizontal provisto de los accesorios necesarios para fijar el arma y efectuar los ensayos de disparo mientras se mide la fuerza aplicada en la cola del disparador para lograr los mismos, o bien recurriendo a métodos alternativos lo suficientemente confiables como para eliminar errores instrumentales, operacionales o de metodología que modifique el valor del resultado final.

Obtenido así el valor de fuerza de disparo para un arma determinada, se compara éste con lo especificado por el fabricante o diseñador, expresando la diferencia en porcentaje lo que en definitiva indica el “Grado de celosidad del arma”.

c. Determinación del reciente uso del arma:

El uso reciente de un arma va a ser manifestado por la presencia en su interior de restos de pólvora semi-combustionada o de sus detritus (productos de la deflagración), para cuya comprobación se requiere, en primer término proceder a realizar una observación cuidadosa del arma, en especial del cañón, recámara y alvéolos (en el caso de los revólveres), lo que se efectúa iluminando adecuadamente los lugares a inspeccionar.Luego se procede a efectuar un hisopado de las piezas ya mencionadas utilizando para ello algodón previamente controlado para evitar enmascaramiento de resultados por contaminación, efectuando sobre esos hisopos de algodón las reacciones químicas específicas de reconocimiento de restos de deflagración de pólvora, aconsejándose el empleo del Reactivo de Griess (Alfa-naftil amina y ácido sulfanílico en medio acético), en razón de su especificidad y su alta sensibilidad, y que manifiesta la presencia de los restos de pólvora mediante la formación de una coloración rojiza característica de los nitritos.Cabe destacar que la comprobación de la presencia de restos de pólvora no autoriza al experto a asegurar la fecha del último disparo, el que bien pudo ser anterior a la del hecho motivo de investigación, como así tampoco la ausencia de los mencionados restos implican que el arma no haya sido utilizada recientemente, ya que una limpieza adecuada de la misma elimina todo indicio de su reciente uso.



6. BALISTICA INTERIOR:

a. PERSONALIDAD DEL ARMA DE FUEGO:

Resultado de imagen para balistica interiorSe denomina “Personalidad del arma de fuego” al conjunto de marcas características que los distintos componentes de esta son capaces de transmitir a los proyectiles disparados y a las vainas por ellas servidas, que la hacen única, individual y diferente a todas las demás, aún las de su misma marca, modelo y calibre, incluso cuando sean de números de serie consecutivos.



Partes del arma que dejan impresas características identificatorias en las vainas y proyectiles por ellas utilizados:

Como se expresara en el párrafo anterior, todas aquellas piezas del arma de fuego que de una u otra manera entran en contacto con el cartucho antes, durante o luego de la detonación del mismo, transmitirán a las vainas y proyectiles utilizados características peculiares que permitirán su identificación y que, en su conjunto, se nucléan bajo el término de “Personalidad del arma de fuego” y las que, para una mejor compresión las clasificaremos en:

En el proyectil:



El cañón: Producida la deflagración de la carga de pólvora y la consecuente generación de la importante masa gaseosa como consecuencia de la misma, se incrementa la presión dentro de la recámara del arma la que culmina desprendiendo el proyectil que se encuentra hasta ese momento engarzado en la vaina, impulsándolo a lo largo del cañón.El proyectil posee originariamente un diámetro ligeramente mayor que el ánima del cañón, lo que hace que ingrese a ésta en forma forzada, adoptando la forma del ánima, la que imprime al proyectil su propias características, reproduciéndose en bajorrelieve las estrías o “macizos” y en altorrelieve los espacios inter-estriales o “campos”. Si tenemos en cuenta que el “rayado” o “estriado” del cañón de las armas de fuego se efectúa generalmente a partir de un tubo de acero, desbastando o “rayando” su interior con un maquinado que utiliza una herramienta especial denominada “escariador”, (salvo el caso, en nuestro país, de los cañones de pistola calibre 9 mm, fabricados por Fabricaciones Militares bajo licencia de la firma belga Browning, los que se producen por el método de martelado), y que va a introducir desde el momento mismo de la fabricación, un micro-rayado producto de las alteraciones microscópicas de sus filos o partes desbastantes. Estas características se producen en el momento mismo de la fabricación del cañón, razón por las que podemos denominarlas “congénitas” ya que “nacen” con el mismo, viéndose enriquecidas con el transcurso del tiempo, durante el cual como consecuencia del uso, conservación, defectos de limpieza y muchas otras causas más, se van produciendo otras tales como pequeños núcleos o puntos de oxidación, denominados “picaduras”, los que van a transmitir al cañón nuevas particularidades identificatorias, a las que denominaremos “adquiridas” y que, en definitiva le suministrarán características que lo harán único y totalmente diferente a los demás, aún los inmediatamente anteriores y posteriores en su orden de fabricación y que permitirá identificar en forma categórica e indubitable a todos y cada uno de los proyectiles disparados a través de un cañón determinado

La embocadura del cañón: En el caso particular de los revólveres, el tambor se comporta simultáneamente como almacén cargador, mientras que cada uno de los alvéolos del mismo cumple las funciones de la recámara en el momento de producirse el disparo. Si el eje de simetría de cada uno de los alvéolos no coincide exactamente con el eje de simetría del cañón, se producirá un pequeño “desfasaje” entre ambas piezas, lo que implicará que el proyectil “roce” con una parte determinada de su ojiva o de su cuerpo cilíndrico o “cintura de forzamiento” con uno de los bordes posteriores del cañón, produciéndose lo que se conoce con el nombre de “marcas de abocamiento”, las que pueden llegar a suministrar importantes indicios de alto valor identificatorio.



b). En la vaina:

Al igual que en el proyectil, en la vaina también aparecen marcas impresas por distintas piezas del arma que permitirán proceder a su identificación y que corresponden principalmente a las siguientes partes:

La aguja de percusión: Esta pieza puede encontrarse unida al martillo mediante un perno (caso clásico de los revólveres) o bien ubicarse de manera tal que reciba el golpe del martillo, el que le suministra energía suficiente como para vencer la resistencia del resorte que la mantiene en su posición, alejada del fulminante del cartucho ubicado en la recámara del arma, y transmitir a la cápsula fulminante energía de impacto suficiente como para hacer detonar el alto explosivo que se encuentra alojado en ella, produciéndose así el fuego que es transmitido a la pólvora a través de pequeños orificios, los que comunican el alojamiento del fulminante con el de la pólvora y que reciben el nombre de “iodos”.



Como fenómeno secundario al del disparo pero de importantísimo valor forense, aparecen como consecuencia del mecanismo descripto en el párrafo anterior, las huellas o marcas características que el extremo o punta de la aguja de percusión ha dejado grabadas en el lugar de impacto.La agujas de percusión, sean estas solidarias o no al respectivo martillo, son piezas elaboradas mediante mecanizado (torneado), muchas veces terminadas a mano por retoque con lima, por lo que las características de su extremo o punta van a ser únicas y diferentes a las demás, propiedad fundamental para su identificación.



El espaldón, el extractor y el botador: Estas tres piezas suelen dejar marcas características en las vainas las que en numerosos casos permiten identificar categóricamente el arma que han servido una vaina determinada, particularmente la primera de la piezas mencionadas.



El Espaldón está constituido por la cara o “faz” del “bloc de cierre” o corredera que mantiene asegurado el cartucho dentro de la recámara, cerrando la misma herméticamente, apoyándose en la parte posterior o “culote” de la vaina, donde quedan grabadas las característica que el arma le transmite. En los revólveres esta función es cumplida por la parte del armadura que cierra por detrás el alvéolo colocado en posición de disparo, la que posee un orificio por donde penetra la aguja de percusión para poder golpear al fulminante y de esta manera producir el disparo.



El Extractor o “Uña extractora”: es la pieza que en armas de repetición, semiautomáticas y automáticas, se encarga de tomar la vaina servida de la recámara y removerla de ese lugar para dar cabida a un nuevo cartucho. La uña toma la vaina por la garganta para poder extraerla dejando marcas características en los puntos de contacto.



El Botador: es una pieza solidaria al armadura del arma de fuego donde la vaina servida, en su arrastre producido por el accionar de la uña extractora, va a golpear modificando su itinerario, siendo lanzada al exterior del arma a través de la ventana de expulsión. Cuando el lateral del culote de la vaina golpea contra el botador, éste le imprime en el lugar de impacto marcas características de alto valor identificatorio.



La recámara, los labios del cargador, etc.: Las piezas mencionadas y toda otra que tome contacto con el cartucho durante el proceso de carga, disparo y descarga del arma, puede dejar estampadas en vainas y proyectiles marcas, huellas o indicios que permitan su identificación, relacionándolas con el arma utilizada.